¿Qué tan rápidas son las pruebas rápidas?: El caso de COVID-19
Desde hace varios días, ha surgido un tema importante pero a la vez confuso en esta pandemia causada por la COVID-19, el cual llamó mi atención para comunicar e informar a la población con el debido criterio científico: las pruebas rápidas y su existencia para detectar SARS-CoV2, ¿Qué son?, ¿Cómo funcionan?, ¿Son fiables para su propósito?, ¿En verdad existen?, ¿Qué implicaría utilizarlas?, Y por último, ¿Qué podemos esperar?
¿Qué es una prueba rápida?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a las pruebas rápidas (también denominadas pruebas simples), como ensayos diseñados para el uso donde pruebas de tamizaje necesitan un resultado preliminar; son utilizadas principalmente para eficientar gastos (costo-beneficio) en países con recursos limitados1, y lo que favorece poder tomar decisiones en un grupo más específico. Cumpliendo con esta definición, estas pruebas deben garantizar un resultado lo más expedito posible, de tal forma, que sea posible testear más eficientemente los posibles infectados.
¿Cómo actúa una prueba rápida?
Actualmente, las metodologías empleadas para detectar infecciones virales son cada vez más diversas, no obstante, esta diversidad está sujeta al tipo de virus y al tipo de detección del mismo (ej. antígeno, anticuerpos, ácidos nucleicos). Específicamente en el caso de SARS-CoV2, al igual otros virus respiratorios, se está enfocando en una prueba rápida capaz de detectar partes o restos de la composición celular del patógeno, también denominados antígenos. Para su detección se emplean distintos métodos como inmuofluorescencia, inmunocromatografía e inmunoensayos enzimáticos2. Estos antígenos fisiológicamente sirven como indicios para encontrar y marcar a virus que entran al organismo para su control y eliminación; sin embargo, las pruebas rápidas emulan este proceso, identificando por una reacción artificial estas partículas.
¿Son fiables para su propósito?
Hasta ahora, todo suena relativamente sencillo, sin embargo, varios factores pueden interferir en el resultado de la prueba. Algunos son propios del organismo hospedero, como son el comienzo de los síntomas de la enfermedad y el estado inmunológico determinado por edad, tipo de alimentación y comorbilidades. Otros propios del virus, como el tipo de cepa (variación de la especie por mutaciones en su genoma), y su concentración en la muestra. Además, existen factores externos que rara vez se contemplan o incluso se infiere que son correctamente ejecutados, como la calidad de la toma, procesamiento de la muestra y la calidad de los reactivos de almacenamiento de la muestra. Todos estos elementos tendrían que estar en un completo equilibrio para obtener un resultado confiable y tomar las medidas pertinentes según sea el caso.
¿En verdad existen?
Sí para otros virus respiratorios (ej. Influenza, virus sincitial respiratorio), pero con rendimientos discutibles3; respecto a SARS-CoV2 se encuentran en fase de investigación, mas ¡No para toma de decisiones! En este sentido, el pasado 8 de abril, la OMS emitió un comunicado4 en el que aplaude por los esfuerzos que hasta ahora se han realizado para la implementación de pruebas rápidas con fundamentos inmunocromatográficos. Sin embargo, hasta el día de la publicación de este escrito, no aprueba ninguna con fines de toma de decisiones, ya que no han sido validadas en varias poblaciones y/o fases de la enfermedad.
¿Qué implicaría utilizarlas?
La lección más reciente que nos dejó el uso de pruebas rápidas la aprendimos durante en la pandemia de influenza A H1N1. A pesar de que el virus presentaba concentraciones similares a las mostradas actualmente por SARS-CoV2, presentó una sensibilidad (probabilidad de identificar a un enfermo cuando en verdad lo está) con apenas 54%, pero una especificidad (probabilidad de identificar a un sano cuando en verdad lo es) del 99%3. Pero ¿Qué nos dicen estos datos de sensibilidad y especificidad para éstas pruebas rápidas? Básicamente, que es igual de efectivo lanzar una moneda al aire para poder diagnosticar a un paciente con influenza A H1N1; o que es muy probable que identifiques a un individuo sano libre de influenza. Por otro lado, el desarrollo biotecnológico nos ha traído la llamada “cuarta generación” de las pruebas rápidas en el Virus de Inmunodeficiencia Humana, agente de la pandemia del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida recién identificada en los 80’s. Casi 40 años después, se ha logrado establecer una prueba con rangos mayores a 95% tanto de sensibilidad como especificidad5.
¿Qué podemos esperar?
Por el momento, lo más recomendable es seguir con las recomendaciones de aislamiento y sana distancia, así como acatar las normas del sistema de salud respectivo, ya que la implementación de una prueba rápida confiable puede tardar varios meses todavía. Son loables los esfuerzos que se han generado hasta el momento en la creación de pruebas rápidas; sin embargo, es importante no caer (ni creer) en las actuales pruebas como la panacea que nos permitirá discernir fielmente entre un infectado y un sano. Para esto, el personal de salud desde su trinchera, se encuentra laborando y realizando diagnostico diferencial adecuado. Hasta ahora, la prueba de laboratorio, conocida como PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa) es (y hasta que se demuestre lo contrario) la mejor opción para diagnosticar correctamente un paciente con COVID-19, tomando en cuenta sus limitantes (ej. estadio de la enfermedad, alto costo y procesamiento de la muestra).
Mi intención no es denigrar las pruebas rápidas actuales para COVID-19, para eso el tiempo y las investigaciones en curso nos darán la respuesta. Por el contrario, lo que trato de resaltar es lo complejo que es la realización e implementación de una prueba rápida, y lo delicado que sería utilizarla sin el conocimiento adecuado en la toma de decisiones en salud pública, en donde no se juega una sola vida, sino la de toda una población.
Referencias
1. WHO | Simple / Rapid tests. WHO. 2014. https://www.who.int/diagnostics_laboratory/faq/simple_rapid_tests/en/. Accessed April 11, 2020.
2. Leland DS, Relich RF. Viral Antigen Detection. In: Loeffelholz MJ, ed. Clinical Virology Manual. 5th ed. ASM Press; 2016. doi:10.1128/9781555819156.
3. Bruning AHL, Leeflang MMG, Vos JMBW, et al. Rapid tests for influenza, respiratory syncytial virus, and other respiratory viruses: A systematic review and meta-Analysis. Clin Infect Dis. 2017;65(6):1026-1032. doi:10.1093/cid/cix461.
4. World Health Organization. Advice on the use of point-of-care immunodiagnostic tests for COVID-19. Scientific Brief. https://www.who.int/news-room/commentaries/detail/advice-on-the-use-of-point-of-care-immunodiagnostic-tests-for-covid-19. Published 2020.
5. World Health Organization. HIV Assays Operational Characteristics: HIV Rapid Diagnostic Tests (Detection of HIV-1/2 Antibodies): Report 17. Geneva, Switzerland; 2013. https://www.who.int/diagnostics_laboratory/evaluations/hiv/131107_hiv_assays17_final.pdf.
Información adicional
Loeffelholz MJ, Hodinka RL, Young SA, Pinsky BA, eds. Clinical Virology Manual: Fifth Edition. 5th ed. Washington, DC: ASM Press; 2016. doi:10.1128/9781555819156.
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