El papel de la nutrición ¿solo en tiempos de cuarentena o en el día a día?
En México 1 de cada 3 niños y 7 de cada 10 adultos presentan sobrepeso y obesidad, lo cual corresponde aproximadamente a 96 millones de personas. Las enfermedades cardiovasculares y la diabetes, son las principales causas de mortalidad a nivel nacional. Las personas infectadas con SARS-CoV2 con diagnóstico previo de hipertensión arterial, diabetes u obesidad han demostrado tener mayor riesgo de muerte. Por lo tanto, la trascendencia de estas comorbilidades deja como población vulnerable a gran parte de la población mexicana, al igual que los adultos mayores, pacientes con cáncer o bajo tratamiento inmunosupresor y embarazadas, donde el sistema inmune se encuentra debilitado y donde la nutrición también juega un papel relevante.
Para proteger al organismo de patógenos, el sistema inmunológico es el encargado de contrarrestar los efectos de estos microorganismos. Brevemente, este sistema se puede clasificar de dos maneras: inmunidad innata, respondiendo rápidamente y sin ser específica (barreras físicas como mucosas, epitelio, células dendríticas y macrófagos) e inmunidad adaptativa, la cual es específica y crea memoria inmunológica (células T y B). En el caso de SARS-CoV2, el tipo de inmunidad que actúa de forma primordial es la innata; una vez que las células dendríticas y macrófagos actúan, pueden presentar antígenos (partes del virus) antes las células T y B, para que así, la inmunidad adaptativa se efectúe. El grado de severidad de esta enfermedad dependerá en gran medida de que el sistema inmune sea capaz de neutralizar el ambiente proinflamatorio y oxidante, cuando no se logra una homeostasis habrá mayor inflamación que no solo afectará el pulmón, sino causará falla a otros órganos, influyendo en mayor medida el pronóstico.
En los últimos días hemos escuchado infinidad de remedios, alimentos, tés, hierbas y suplementos que prometen reforzar el sistema inmune y prevenir el contagio del temible virus, por lo cual resaltare una serie de recomendaciones basadas en evidencia científica.
Existen diferentes nutrimentos y nutraceúticos que tienen la capacidad de modular funciones del sistema inmune, a este concepto se le conoce como inmunonutrición, y la pregunta del millón va enfocada a ¿Cómo actúan? ¿Qué alimentos? ¿Cuánta cantidad?
La inmunonutrición tiene diferentes formas de ejercer su función; las más estudiadas incluye efecto directo en la diferenciación, maduración y capacidad de las células dendríticas para cambiar la respuesta inmune hacia la tolerancia y correcta homeostasis. Otra función es sintetizar lípidos bioactivos dentro de nuestro organismo, los cuales actúan modulando los receptores nucleares (Receptores Activados por Proliferadores Peroxisomales ó PPARs en inglés), al liberar citocinas proinflamatorias o antinflamatorias y uniéndose a receptores específicos que regulan el sistema inmune. Algunos de estos nutrimentos y sus fuentes principales son los ácidos grasos de cadena larga (salmón, pescados blancos, huevo, aguacate, oleaginosas), los polifenoles (frutas, verduras y granos), vitamina D (huevo, leche, pescado, luz solar), vitamina A (zanahoria, lechuga, jitomate, papaya, hígado de res, guayaba, brócoli). Otros nutrimentos se centran en vitaminas E, C, vitaminas del complejo B, selenio, zinc y hierro. Sin embargo, se requiere de mucha investigación todavía para poder establecer dosis y tiempos de suplementación efectivos contra SARS-CoV-2.
Por otro lado, para tratar a los pacientes positivos a COVID-19 se han implementado una serie de recomendaciones basadas en paneles de expertos, las cuales son concisas y claras, sin embargo, los insumos en las unidades hospitalarias y el personal de nutrición es raramente tomado en cuenta en esta pandemia como personal indispensable para tratar a estos pacientes.
Me permito enlistar las siguientes recomendaciones sobre intervención nutricia:
1.- Siempre que sea posible preferir la vía oral, promoviendo el consumo de un patrón de alimentación saludable (alto contenido de frutas y verduras, leguminosas, granos enteros, pescados y semillas, limitando las grasas animales, carnes rojas y procesadas, así como los azúcares añadidos).
2.- Las guías recomiendan establecer el riesgo de desnutrición en función de la estancia de más de 48 horas en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Se sugiere que la terapia nutricional debe ser considerada tras 48 horas de estancia en la UCI. Los indicadores a dar seguimiento incluyen principalmente energía y proteína, así como el equilibrio hídrico. Los requerimientos de energía serán de acuerdo a la gravedad de 20 a 30 kcal/kg/día. La mayoría de las pautas consideran que el requerimiento de proteínas es adecuado en el rango de 1.2 a 2.0 g/kg/día. Sólo en los casos que no puedan cubrir sus requerimientos por vía oral se optará por la nutrición enteral y parenteral de forma temporal.
3.- Dependiendo de la severidad del cuadro respiratorio y la respuesta metabólica al estrés, se deberán utilizar las recomendaciones para paciente crítico. La presencia de fiebre incrementa el gasto energético basal: por cada grado arriba de 37 °C, el gasto energético basal se multiplica por 1.13. Este aumento en energía también se traducirá en un aumento del requerimiento de líquidos, por lo que se debe recomendar un consumo de al menos 1 mL de agua/Kcal.
Comprender cómo la dieta y el estado nutricional influyen sobre nuestro sistema inmunológico representa una necesidad científica, con un área de oportunidad y desafío futuro. Se requiere que el papel de la nutrición sea preventivo en cualquier situación (obesidad, diabetes, hipertensión). Por un momento imaginemos que la pandemia nos encuentra sin estas comorbilidades y con una alimentación adecuada ¿Cuáles serían las cifras de casos y defunciones? Bajo las limitantes, nos toca seguir como nutriólogos clínicos tratando de implementar la prevención, en espera de alcanzar el escenario ideal.
Referencias
Yufang Shi, Ying Wang, Changshun Shao, et al. COVID-19 infection: the perspectives on immune responses. Cell Death Differ, 2020.
Rocco Barazzoni, Stephan C. Bischoff, et al. ESPEN expert statements and practical guidance for nutritional management of individuals with sars-cov-2 infection. Clin Nutr. 2020.
Singer P, Blaser AR, Berger MM,et al. ESPEN guideline on clinical nutrition in the intensive care unit. Clin Nutr. 2019 Feb;38(1):48–79.
Ross AC. Vitamin A and retinoic acid in T cell–related immunity. Am J Clin Nutr. 2012 Nov 1;96(5):1166S– 1172S.
Grant WB, Lahore H, McDonnell SL, et al. Evidence That Vitamin D Supplementation Could Reduce Risk of Influenza and COVID-19 Infections and Deaths. Nutrients. 2020 Apr 2;12(4):E988.
Szymańska R, Nowicka B, Trela A, Kruk J. Vitamin E: structure and forms. In: Patel VB, editor. Molecular Nutrition. Academic Press; 2020. p. 67–90.
Maywald M, Wessels I, Rink L. Zinc Signals and Immunity. Int J Mol Sci. 2017 Oct 24;18(10).
Lewis ED, Meydani SN, Wu D. Regulatory role of vitamin E in the immune system and inflammation. IUBMB Life. 2019 Apr;71(4):487–94.
Gutiérrez S, Svahn SL, Johansson ME. Effects of Omega-3 Fatty Acids on Immune Cells. Int J Mol Sci, 2019 Oct 11;20(20).
Comentarios recientes